lunes, 31 de agosto de 2009

EL PALACIO DE LOS MARQUESES DE VIANA



El Palacio de los Marqueses de Viana es un dificio del siglo XIV. Su fachada principal fue realizada por Juan de Ochoa, de estilo manierista, durante el siglo XVI, Ha tenido a través de los años numerosas restauraciones y ampliaciones, ha habido hallazgos arqueológicos, creyéndose que en un principio fue un edificio romano.
La publicación de un anuncio en la revista francesa Jours de France ofreciendo la venta de un palacio del siglo XV en Córdoba, motivó en la ciudad un movimiento general de repulsa.
Haciéndose eco del sentir popular, la Caja Provincial de Ahorros de Córdoba inició conversaciones con la propiedad que culminaron el 2 de julio de 1980 con su adquisición.
Tras efectuar las necesarias obras de restauración y acondicionamiento a su nueva función, la Obra Social y Cultural de la Caja lo abrió al pueblo de Córdoba como museo el 31 de octubre de 1981.
Ofrece una serie de colecciones distribuidas por sus salas:
La Galería de los Azulejos, con el suelo pavimentado con mosaico romano y una colección muy importante desde el siglo XIII.
En el Salón de las Artes, con pinturas murales con representación de los cinco continentes.
Tiene una biblioteca con más de siete mil volúmenes, y colecciones de tapices flamencos y goyescos; guadamecíes; platería cordobesa; alfombras; arcabuces; muebles del siglo XVII; porcelanas etc.
Una de sus grandes atracciones son sus hermosos patios, en total doce, unidos entre sí por galerías, con gran diversidad de plantas.
Ha sido declarado, por real decreto en 1981 "Monumento Histórico Artístico Nacional" y por otro real decreto en 1983, se declara "Jardín Artístico".

Visitar el Palacio de los Marqueses de Viana es uno de los pequeños placeres, que el viajero que visita Córdoba, puede obtener, cualquiera de sus doce patios, donde el sonido del agua, los aromas de la primavera, embotan los sentidos, merece ser visitado, sin prisas, poniendo los cinco sentidos al servicio del buen recibir, porque las sensaciones que se perciben en cada rincón, ora el aroma del azahar, ora, el sonido cristalino de las fuentes, ora el colorido y los contrastes de la blanca cal. con los verdes los rosas, rojos, la luz, el sol en la piel, sentarse a la sombra de un frondoso naranjo, para disfrutar las luces que se ensortijan entre las verdes hojas, y los reflejos en las fuentes, como parecen jugar con las paredes.

Puede juzgárseme de parcial, pero, garantizo a cualquier viajero, sin las prisas de un turismo irracional, que visitar elPalacio de Viana, despertará en sus sentidos, sensaciones de antaño, placenteras, que le harán recordar la visita como un momento in usualmente bello y hermoso, que pervivirá en sus retinas y memoria.

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