Fatigada flor de luna, que en noches
de esos crecidos goces oprimidos
impíos, luchadores, llantos perdidos
coronas de marfiles tus ausencias.
Deten tus cobardes y ciegas manos
porque ese, mi cegado , frágil miedo
como alondra, ya huye de su credo
miserable fin de tristes humanos.
Duros, infieles Apolos altivos
que si pronto pasan de amor a dolor
del mármol gris y frío, siempre cautivos.
Rompe el agudo yugo coagulador
de engañosos encantos afectivos
y por nunca una sirena con temor.
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